No hay desayuno, bueno, no hay nada de nada, ni personal ni nada. Tampoco hay nada cercano para tomar nada. Es como estar en un edificio deshabitado en una zona sin habitantes. Me habían enviado desde el hotel CM111 por WhatsApp la clave para abrir la puerta del ¿hotel? cuando llegáramos y la clave para abrir la puerta de la habitación. No vimos a nadie en ningún momento. Pedí, por WhatsApp, única vía de comunicación con el personal del hotel, utilizar una noche el parquin y por ese medio me enviaron las claves y nuevamente por ese medio me pidieron que dejara el dinero del parquin en la habitación al irme... No nos han hecho la cama en cuatro noches, ni limpiado el baño, ni cambiado toallas, ni recogida la papelera (rebosando y no cabía nada más). Me quejé, por WhatsApp -claro- al irnos sobre esto y tuvieron la cara dura de contestar que es que yo no les había pedido expresamente que hicieran la habitación dejando cada día un cartel, cartel que todavía no sé dónde estaba. Pusieron como excusa que otros viajeros habían sentido invadida su intimidad si entraban a lo largo del día a hacerles la habitación. Increíble... He estado en varios cientos de hoteles en mi vida y siempre me han hecho la habitación y si uno no quiere que entre nadie, por su "intimidad", es tan sencillo como poner en la puerta el cartelito de "no molestar", por lo que no vale el argumento del alojamiento. La habitación desde luego no era para "tirar cohetes" y eso que esa la "de luxe". Tenía balcón, como ponía la descripción, pero era un balcón que daba a una especie de patio interior. Mejor que no lo hubiera tenido, desde luego. Decir también que por la noche pasamos mucho calor, ya que en cuatro noches no fuimos capaces de bajar la temperatura o desconectar el sistema. Debe ser que hemos "estudiado poco" y como no había nadie en el hotel, con recepción inexistente, pues eso, que un pequeño desastre. Hemos tenido una cama y una ducha solo, pero a pesar del alojamiento, hemos disfrutado Bucarest.
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