Hotel Vitorio

En nuestro caso, ya es nuestra segunda visita. El trato es formidable, 100% campechano y familiar, como nos gusta a nosotros. La ubicación no es el centro del pueblo Cudillero, como algunos se piensan, si no que se encuentra en el Concejo de Cudillero, fácil de llegar, cerca de la autopista y en un entorno maravilloso. Las habitaciones, en nuestra opinión constan de todo lo necesario, en nuestro caso era una habitación en la planta baja y con acceso al patio, una maravilla. Y todo súper limpio! Desayunos formidables para comenzar el día. En resumen, una estancia para no olvidar y volver repetir cuanto antes.

Llegamos al Hotel Vitorio bien entrada la noche. Atravesamos un camino propio de una película de terror mientras llovía a cántaros con la típica risa nerviosa de "es muy probable que alguien nos mate si nos bajamos ahora del coche". Y es que, de noche, lo solitario del lugar y la decoración del sitio no ayudan a poder dormir sin pesadillas. A la mañana siguiente la cosa cambió. Vimos por fin el precioso emplazamiento en el que estábamos, y nos dio mucha pena que nuestro paso por allá fuera tan fugaz, y no poder disfrutar de las vistas y el local. De lo que sí que disfrutamos bastante fue de la amabilidad de los trabajadores del Hotel, y del desayuno casero que nos esperaba a la mañana. Mención especial a que es un hotel para mascotas. Nosotros llevamos a nuestra gatita, y se nota que las personas que nos recibieron eran amantes de los animales. ¡Nos trataron genial!

No me ha gustado nada, el trato malísimo, el hombre muy antipático, la decoración da miedo, la iluminación en habitación y baño es mínima prácticamente no se ve, los muebles, ropa de cama etc muy viejas y antiguas, el colchón y almohada incómodas, la piscina bien pero las hamacas llenas de telarañas. Incluso el olor al entrar ya no me gustó. No volvería a este hotel. Tanto el personal como el hotel my raro.