Elegimos este hotel para pasar un fin de semana entre amigos, nos pareció que tenía su encanto y que se encontraba cerca de Logroño. El Palacio de Pujadas se encuentra en una ubicación privilegiada, lo que permite disfrutar de unas vistas espectaculares, la atmósfera que se respira en el lugar es tranquila y acogedora, ideal para los amantes de la historia, la arquitectura y la cultura local. Las habitaciones son correctas y limpias, por poner alguna pega, nos tocó la habitación de al lado del ascensor y no toda la gente es educada y respeta el descanso de los demás huéspedes. Por otro lado a la mañana siguiente acudimos al bar del propio hotel para desayunar y la camarera que nos atendió no pudo ser mas maleducada porque tenía que repartir entre todos los clientes. Detalles como el de la atención al cliente hace que uno se vaya con mal sabor del hotel y ocasione malos comentarios. Una pena
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