Fue la última vez que nos hospedamos ahí. En esta ocasión nos tocó una habitación en el edificio principal, arriba de lo que era la recepción. La habitación fue de buen tamaño, una cama king size y un baño extraño. Nos tuvieron que cambiar de habitación porque la televisión no tenía imagen, solo sonido, y no pudieron arreglarla. La entrada al edificio principal queda justo en la anterior rampa de entrada, así que si no se tiene cuidado, es una caída segura. Las amenidades siguen siendo igual de pobres que hace 10 años: un jabón venus rosa diminuto y dos sobres de shampú palmolive o head & shoulders. Dejan un par de botellitas de agua. Las paredes en el edificio principal parecen de papel, escuchamos cada uno de los gemidos y ruidos de uno de los vecinos y las discusiones del otro vecino, por lo que fue complicado dormir y descansar; y si le sumamos que el colchón está vencido en el centro y es muy incómodo, pues a uno se le quitan las ganas de regresar definitivamente. El baño de la habitación que nos tocó era amplio, pero raro, la regadera parecía tener algo de moho y no dio confianza el abrir las ventanas porque no tenían mosquiteros. Había un ventilador de pie en la habitación que hacía mucho ruido y que, definitivamente, ya vio sus mejores años. La ubicación no es la mejor porque está lejos del centro y conviene mucho moverse en taxi o, si les gusta caminar, caminar. Hay lugares mejores. Es una pena que estén dejando caer el lugar. En cada visita se veía el descuido y las pocas ganas de continuar ofreciendo un lugar para relajarse y descansar. Ya no lo recomiendo.
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