Casa Grande de Rosende

Estancia de dos noches sin calefacción y la habitación a 16-18°C. Cuando se pidieron explicaciones, el encargado se dio la vuelta y nos dejó plantados. Es una antigua casa señorial llena de trastos viejos. El menú degustación de la cena deja mucho que desear, incluso al precio de 24 €. El desayuno buffet muy mejorable.

Me guíe por las opiniones, las fotos me emocionaron, contábamos los kms.para llegar a nuestro destino...aproximadamente sobre las 15.30 llegamos a la entrada de la casa grande de Rozende, no había nadie, excepto 20 moscas revoloteando dándonos la bienvenida. Por fin fui.os recibidos por una agradable persona que nos enseñó la casa y la suite que teníamos reservada. Fue impresionante subir al primer piso y ver en la misma puerta de la suite un traje *****, según nos dijeron tenía 200 años y perteneció a una novia, seguidamente entramos en dicha suite, abriendo el grifo para refrescarme de la impresión del traje, y después no se podía cerrar. Nos enseñó muy amablemente el resto de la casona, teniendo partes bonitas y otras muy descuidadas recargadas de antigüedades con falta de mantenimiento. Nos fuimos corriendo sin mirar atrás

El pazo es una casa unica y la atencion de la gente muy buena que te hacen sentir como en tu casa, las habitaciones son muy amplias y con los muebles necesarios y despues de cenar una cena maravisosa enciende a lareira y te pone los chupitos gratis, vamos que no tenemos nada negativo que decir. Volveremos seguro.

Visitar la Casa Grande de Rosende superó todas nuestras expectativas. La paz y la magia que transmite un lugar con tanta historia es difícil de describir en pocos caracteres. La experiencia es muy recomendable en todos los sentidos, pero cabe destacar el maravilloso menú de la cena, cuidado al detalle y con muy buen producto, el riquísimo desayuno, el trato recibido y el encanto incomparable de un pazo con muchísima antigüedad y valiosos detalles y rincones. Visítala si buscas desconectar y viajar en el tiempo. Graciñas, Miguel, por todas as recomendacións e por facernos sentir en familia. Volveremos!

Una casa antigua, que da paz, que acoge, perfectamente conservada por Manuel, y atendida por Miguel y César. Un gran desayuno y magníficas cenas. Mucha atención al detalle y a haver sentir al huésped como en casa.

Estancia de tres noches en habitación El ciprés , tipo abuhardillada, a pesar de ello muy espaciosa y con luz suficiente en verano , con aire acondicionado recién estrenado. Vistas al jardín , a la puesta de sol y a las muchas estrellas del despejado cielo nocturno . El baño amplio y con ventana velux. Cama con colchón muy cómodo , salita con sofá , sillas y mesita. Armario de la época pero con perchas y espacio suficiente para esos días. En cuanto al edificio y espacios comunes … se trata de un lugar MUY ESPECIAL , lleno de detalles y ambientado en las tradiciones más locales de la zona. A nuestro parecer, merece mucho la estancia en un lugar tan singular. Está lleno de leyendas y cada rincón es bello y especial. El desayuno y cena contratados sencillamente espectaculares . La presentacion y cómo visten las mesas,nada que envidiar de restaurantes de postín. El producto que se sirve es en su mayoría km cero y casero, de la propia huerta muchos días. El vino de la casa te alegra aún más la vida. Cada día el menú cambia y es una auténtica y maravillosa sorpresa siempre. Y lo mejor de todo? Las personas que se desviven en su día a día para que gente afortunada como nosotros, podamos seguir disfrutándolo. Miguel… un fuera de serie, eficiente y trabajador a tope. Manuel , personaje lleno de historias de interés . Cesar y su amabilidad en la mesa. Gracias. Intentaremos volver cuando se pueda. Seguramente un octubre