Un poco desconcertante al llegar, la Recepcionista no había ido a trabajar y el personal amablemente hacía lo que podía. No tenían la llave de nuestra habitación (¿?) pero nos dieron una superior por el mismo precio. La habitación tenía decoración estilo colonial y muebles antiguos de madera, bonita y cómoda. La calefacción perfecta, no pasamos nada de frío, y sin ruidos de la calle, aunque sí se oye a la gente en los pasillos por la mañana. Camas cómodas, y espacio y repisas suficientes para poder dejar tus cosas, con un armario antiguo de espejo ideal. Lo único que fue imposible conectar la lampara de la mesilla, el enchufe estaba tras el cabecero y era imposible mover la cama por el peso, pero la habitación espaciosa y confortable y con un diván antiguo muy bonito. El baño es pequeño, aunque tiene lo suficiente, toallas esponjosas y amenities, lo único que me gustó menos es que la ducha está en medio del mismo y con desague en el suelo, por lo que si te duchas todo el suelo del baño se moja bastante, tuvimnos que tirar una toalla por el suelo para poder movernos bien. Por lo demás, el lugar en sí es precioso, está lleno de pequeños jardines y rincones con mucho encanto, varias edificaciones diferentes, piscina... Una pena que quien lo dirija no se preocupe por el mal servicio de restaurante y el caos del servicio en general. La experiencia en el restaurante fue absolutamente nefasta: mal servicio, descontrol, no tenían más de la mitad de los platos del menú, ni postres, y eso que era reserva para 20 personas, lentos, el segundo tardó más de una hora en llegar y solo a la mitad de nosotros, nos ofrecían un plato alternativo para a la media hora decir que no les quedaba tampoco... un desastre total, lo nunca visto, clavaron los comentarios negativos de todas las opiniones que había leído. Ahorráos un disgusto y no ir al restaurante. Por supuesto, no desayunamos allí, el precio era muy caro y visto lo visto... ni las ganas.
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