El hotel es modesto, entrañable y familiar. La ubicación es excelente, a dos pasos de todo, tanto de la estación de transportes como del centro y del casco histórico de Oviedo. El trato y la atención del personal, tanto del hotel como del restaurante, son inmejorables. La habitación y el baño, grandes. Las camas, súper cómodas. El mobiliario no es moderno pero es suficiente. Limpieza de la habitación y cambio de toallas incluso el domingo. La comida del restaurante es riquísima, cocina tradicional asturiana. Las tapas y pinchos, enormes y baratísimos. Para repetir sin duda!
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